miércoles, 14 de octubre de 2015

Patagonia I: Chile. Febrero15



Aquí estoy de nuevo!!


Como vengo haciendo últimamente, cada vez que viajo por trabajo voy aprovechando a coger unos días extra y conocer algo más. En primavera ya visité Chile y conocí una parte de la Patagonia y ahora que voy a Argentina completaré ese viaje por la Patagonia chilena, así que primero contaré aquel viaje brevemente.

Chile fue la primera parada de mi vuelta al mundo que me hice en primavera. Aterricé después de casi 13 horas de vuelo directo desde Madrid en Santiago, alquilé coche y directo a Valparaíso, 120kms de noche que me asustaban y luego salió todo fenomenal. El caso es que el TomTom no tiene digitalizado Chile pero hay una App que funciona con Android que se llama Navmii que funciona sin usar datos, eso sí es necesario descargar los mapas del país a visitar antes y a poder ser meter ya las direcciones necesarias. Una vez hecho eso, funciona a la perfección, y gratis, alucinante.


Primer susto del viaje... Como siempre, y como bien sabe Rocío, siempre me pasa algo, soy una especie de Atila. Pues bien, me quedé en el Ibis Valparaíso, muy bien ubicado en mitad de la ciudad mirando al agua y un fantástico terremoto me despertó en mitad de la noche, con la lámpara de lado a lado... En Chile es tan típico que no le da nadie la menor importancia.


Amanece y después de un par de reuniones y hacer mis cosas, me tiro a las calles. Valparaíso es Patrimonio de la Humanidad, y la verdad que me sorprendió bastante, pero no para tener tanto reconocimiento creo yo. Es sorprendente por otros motivos, aunque es muy curiosa. 

Muy colonial, colorida, con sus casas de chapa pintadas, llena de cuadros callejeros, colinas, ascensores que parece que van a despeñarse, cables y más cables, suciedad... y sobretodo impacta que está lleno de perros por todos lados. Todo el mundo está acostumbrado a ellos y les cuidan, aunque el aspecto no es ese precisamente. 

Lo que más me gustó fue la comida, súper casero todo, sitios sencillos donde te cocinan todo al momento y fresco. Por supuesto comí todo tipo de empanadas buenísimas, y pescado en ceviche, riquísimo.


Ya de vuelta a Santiago, comenzaban los días libres. Chile, país alargado y enorme, es muy incómodo de visitar. Necesario coger aviones, no existe casi el tren, y los autobuses eternos porque las distancias son enormes, aunque funcionan muy bien, con diferentes calidades y servicios. 

Pensé ir a la Isla de Pascua, pero el precio del avión y las 5 horas que dura el vuelo me hizo elegir el sur de la Patagonia como destino. Después de algo más de 2 horas de vuelo llegué a Punta Arenas, ciudad más importante de la zona con aeropuerto y vuelos desde Santiago.

Desde allí, alquilé un coche y fui camino de Puerto Natales, donde tenía pensado hacer excursiones para conocer la zona. 

La primera fue una de las pingüineras más importantes que se encuentra de camino a Puerto Natales. Hay que tener cuidado porque los pingüinos tienen sus horas de visita a tierra como la marea. Lo tienen muy bien organizado para poder verlos bien y no molestarles. Es una sensación genial la verdad. 


Lo siguiente fue lo mejor del viaje, que fue el Parque Nacional de Torres del Paine. Es precioso, espectacular. Contraté la excursión ya que no tenía mucho tiempo y así me explicaron bien todo y me llevaron a los puntos más importantes. Los paisajes increíbles. 


Al día siguiente la excursión consistía en coger un barco para recorrer la zona y llegar hasta dos glaciares, Balmaceda y Serrano. Una vez habiendo estado en Islandia este verano y ahora yendo al Perito Moreno creo que van a ser poca cosa y poco recordados, pero en ese momento me encantó la excursión. Navegar entre glaciares, cascadas, hielo, y ese sol... nunca lo olvidaré.

A mitad de camino paramos en una famosa hacienda, de las muchas que hay en la zona, de gente rica claro está, y comimos asado, ni que decir tiene que me encantó la experiencia, y estaba buenísimo, y los chilenos muy majos y amables.



El hotel fantástico, Costaustralis, con estas vistas desayunaba, en pleno paseo de Puerto Natales, un pueblo enano que tiene vida 2 meses al año, ya que está cubierto de nieve y hace un frío el resto del año que nadie lo visita.

De ahí vuelta a Punta Arenas para coger el vuelo a Santiago. El sur de la Patagonia me ha encantado, me he quedado con ganas de más y prometo volver, de hecho sigue siendo uno de mis destinos soñados y al parecer lo voy a visitar por partes, como si estuviera aquí al lado... 


Y ya por último Santiago de Chile, la capital. Me dejó a medias, tal y como esperaba. Sorprende la contaminación que tiene, ya que los Andes los tiene al lado y crea una especie de microclima donde no corre el aire. Hay que subir al Cerro San Cristobal en su ascensor y ver desde allí la ciudad, impresiona. De todas maneras lo mejor de Santiago es el ambiente de la ciudad, la comida y la vida en general, saben vivir bien.

La comida me encantó, comí genial, fui a sitios chulos y estaba todo buenísimo. Sopas de pescado, marisco cocido, plancha... Recomiendo visitar el mercado, donde se puede comer claro está, Por lo demás es una ciudad chula sin más, no requiere mucho tiempo y es la entrada para otras visitas, no creo que la merezca en sí, pero ya que se está se deja querer.

Y de Santiago mi viaje seguía en Australia, pero esta entrada no trata de eso, que lo contaré en otro momento, ahora ya viene el resto de Patagonia!!



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